En el distrito de Capira se está desarrollando la caprinocultura a buen ritmo. Esto significa que ya muchos residentes están comiendo quesos y tomando leche de este animal, entre otros productos derivados.
El señor John Ocampo narró que desde hace 16 años empezó con esta actividad en Bonga centro, corregimiento de Cirí Grande. Recuerda que visitaba su finca los fines de semana, era solo de descanso.
No obstante, hace cinco años sufrió de helicobácter Pylori y a su criterio lo que lo ayudó a mejorar fue el consumo de antibióticos, probiótico y yogur.
Así las cosas, empezó a buscar de qué manera natural se podía conseguir probiótico y todo lo llevaba al consumo de leche de cabra y sus derivados.
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También investigó sobre el negocio caprino en Panamá y vio un anuncio donde se indicaba que el 70% del producto caprino que se consumía en el país era importado y el 30% era producción nacional.
Ante esta situación, se fue a su finca, se mudó y empezó a aprender a ordeñar por sí solo. Siempre tuvo todo tipo de animales, por lo que empezó a hacer su establo, una galera y hasta pasteurizar leche.
Tenía mucho a su favor luego de tantos esfuerzos. Llegó un momento en que ya vendía lo que producía. Entonces empezó a compartir con la gente. Él mismo pregonaba que aparte de que es un negocio, estás brindando salud con todos los productos.
En efecto, Ocampo trata sus cabras sin antibióticos, sin hormonas de crecimiento, sus pastos no tienen agroquímicos y sus productos no tienen preservantes ni conservantes. Por otro lado, toda su energía es 100% solar y eólica.
En agradecimiento empezó a compartir su experiencia desde Finca Caprinamá. Es consciente de que "estamos en un mundo donde la alimentación la han industrializado tanto que las enfermedades comunes y las no transmisibles como la diabetes, el cáncer, tumores y otros, se generan basados en malos hábitos alimenticios".
Es por eso que "desde su esquina caprina" optó por aportar su granito de arena, promoviendo y ofreciendo productos saludables, bajo medidas estrictas de higiene e inocuidad.
Desde entonces, hay más miembros en la comunidad que consumen leche de cabra. Algunos creían que era solo para consumo medicinal, pero se dieron cuenta que sí es saludable y nutritivo. Así lo han reiterado y compartido en las ferias y exposiciones donde han dado a conocer este emprendimiento.
Este productor es consciente de que el agroturismo ha ayudado muchísimo a estos proyectos. Tanto es así que su finca está certificada como agroturismo, que es regulado por la Ley 240, única normativa en la región. Esta certificación la da la Autoridad de Turismo de Panamá (ATP) y el Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA).
Actualmente esta finca es visitada por familias, colegios, universidades, entre otros grupos organizados. También de manera particular.
Es importante saber que las instalaciones tienen accesibilidad a personas con discapacidad.
Este recorrido tarda entre una hora y media o dos horas máximo y tiene un valor de $6 para los audultos y $4 para niños mayores de dos años.
Todo visitante tiene derecho a degustar queso, leche y yogur de cabra. Además de café robusta, producido en el área. Para mayor información usted puede llamar o chatear al 6440-0161.
Esta finca es la sede de la Asociación Nacional de Capricultores de Panamá (Anacap).